ASTRONOMÍA-MATEMÁTICA
LA ASTRONOMÍA
Las primeras ciencias que atrajeron la curiosidad de los doctos musulmanes fueron la astronomía y las matemáticas. Su mente y, sin duda, ese rasgo de carácter práctico, les condujo a dedicarse principalmente a las ciencias exactas. Concretamente, la astronomía interesó no sólo a los hombres de ciencia: varios califas, tanto de España como de Oriente, y ciertos sultanes selyúcidas y khanes descendientes de Gengis Khan y Timur, le mostraron una tremenda dedicación. Se construyeron observatorios en los centros más o menos importantes del Imperio Islámico: en Bagdad, El Cairo, Córdoba, Toledo y Samarkanda, adquirieron fama bien merecida.
La Escuela de Astronomía de Bagdad data del reinado de Al Mansnur, el segundo califa de los abássidas (754-775), siendo él mismo astrónomo. Bajo sus sucesores Harun ar-Rasheed y Al Mamun, la escuela realizó ciertos trabajos importantes. Se revisaron las teorías antiguas, se rectificaron varios errores de Ptolomeo y se corrigieron las tablas griegas. La Escuela de Bagdad fue responsable del descubrimiento del movimiento de apogeo del sol, la evaluación de la oblicuidad de la elipse y su progresiva disminución y el estudio detallado de la duración exacta del año. Los doctos de la Escuela de Bagdad observaron la irregularidad de la latitud lunar más alta y descubrieron una tercera desigualdad lunar conocida por el nombre de variación, pronosticaron las manchas del sol, estudiaron los eclipses y la aparición de cometas y otros fenómenos celestes, pusieron en duda la inmovilidad de la, tierra y fueron los precursores de Copérnico y Kepler.
Los resultados de estas observaciones hechas por la Escuela de Bagdad, fueron registradas en la «Carta de Comprobaciones». Yahya ben Abu Mansur está considerado como autor principal de este trabajo. Entre los doctos más famosos de esta Escuela nos permitimos mencionar a: Al Batani, a quién Lalande clasifica entre los veinte astrónomos más importantes del mundo; Abul Wefa, cuyo nombre está conectado con uno de los fundamentos de la astronomía (el de la tercera desigualdad lunar). El astrónomo musulmán iba diez siglos por delante del sabio danés Tycho-Brahe a quien equivocadamente se ha atribuido este descubrimiento.
El ilustre Ali Ibn Younis, inventor del péndulo y del reloj de sol para quién construyó el califa fatimida Al Hakem (990-1.021) el observatorio en el Monte Mocattam, está considerado como el fundador de la Escuela de El Cairo. Editó la gran tabla Hakemita, cuya exactitud superó a la de todos sus predecesores.
En todo el Oriente, e incluso en lugares tan alejados como China, reemplazó al Almagesta de Ptolomeo y a los tratados de Bagdad. Durante el mismo período, Hassan Ibn Haitan, otro astrónomo y matemático de la Escuela de El Cairo, escribió su famoso tratado sobre la óptica, que sirvió de base para los trabajos de Roger Bacon y de Kepler. Es interesante señalar que Ibn Haitan fue el primero en propugnar la construcción de una presa en Aswan para elevar el nivel del Nilo.
Los estudios astronómicos fueron muy estimados también en la España musulmana. El Emir de Córdoba, Abdur Rahman II, mostró un especial interés por esta ciencia. Desgraciadamente nos quedan muy pocos testimonios, del trabajo astronómico de la España musulmana. Casi todos sus trabajos fueron destruidos durante la reconquista y el periodo de persecución religiosa. Sin embargo, sabemos que en su día los observatorios de Toledo y Córdoba tenían mucha fama. La historia ha preservado los nombres de varios sabios andaluces: Maslamah, Al Mahrebi, Omar Ibn Khaldoun, Averroes y algunos más. Se puede apreciar la alta calidad de los trabajos perdidos por los numerosos autores cristianos contemporáneos que los copiaron. De este modo, parece ser que las tablas astronómicas de Alfonso X, llamadas «Las Tablas Alfonsinas» se basaban en gran parte en los trabajos árabes, por no decir totalmente.
La vida intelectual de la sociedad musulmana sufrió mucho como resultado de las guerras y luchas internas que conoció Asia a partir del siglo XI. Es cierto que retardaron el proceso de la civilización de forma considerable pero no la pararon completamente. La Escuela de Bagdad sobrevivió al decaimiento político del Califato Oriental y a la disolución del Imperio. Su actitud creativa no terminó hasta el siglo XV. Entre tanto su influencia se había extendido a Asia Central, India, China, uno de los más ilustres sabios del Islam, Abdur Rahman Mohammad Ben Ahmad Al Biruni, que formó un lazo vivo entre las tradiciones de la Escuela de Bagdad y las de los doctos indios, vivió en la corte de Mahmud de Ghazna (997-1.030). Entre los muchos trabajos sobre diversos temas, publicó listas de la latitud y longitud de las principales ciudades del mundo. El sultán selyúcida llamado Melik Shah (1.072-1.092), un soberano ilustre que tenía muchos amigos entre los eruditos y los literatos, se sintió muy atraído por la astronomía. Las observaciones que dirigió, condujeron hacia una reforma del calendario diez siglos antes de la reforma gregoriana e incluso más exacta. Los autores de esta reforma fueron Abdur Rahman Haseni y Omar Khayyam, el autor de los famosos versos que hicieron inmortal su nombre.
Los gobernantes mongoles también apoyaron la ciencia. Hulagu, salvaje y de mala fama, que fue el responsable de la destrucción de Bagdad, construyó un observatorio modelo en Meragah, cuyo director fue Nasr Ed Dine Thusi, autor de las Tablas llkanianas, que dieron lugar al perfeccionamiento de los numerosos instrumentos empleados en la observación. Desde este nuevo centro de estudios, los trabajos de los astrónomos de Bagdad y El Cairo llegaron a China durante el reinado de Kubilai Khan.
Pero fue durante el reinado de Ulug Beg, nieto de Tamburlaine, cuando alcanzó su máximo esplendor. Ulug Beg, cuyo nombre como el de su padre Shan Ruh, está estrechamente relacionado con el impresionante movimiento literario y artístico que llamaremos el «renacimiento de Timurid», se dedicó también a la astronomía. Está considerado como el último representante de la Escuela de Bagdad. Su trabajo, que fue publicado en 1.437, presenta una perspectiva comprensiva del conocimiento contemporáneo de la astronomía. Un siglo antes que Kepler enlazara la astronomía de los antiguos con la de la época moderna.
MATEMÁTICAS
Junto a la astronomía, las matemáticas fueron la ciencia más favorecida por los árabes. Muchos principios básicos de aritmética, geometría y álgebra, fueron descubiertos por eruditos musulmanes.
En aritmética, todavía utilizamos los números y el método de contar inventado por los árabes. La invención del álgebra es atribuida a los árabes y es muy probable que sea verdad. Cuando el califa Al Mamun fundó la «Casa del Saber», nombró como director de la misma a Mohmmed Ben Mussa Ben Khwarizimi. Su tratado sobre álgebra se titula Al Gebr Wa’l Maakalala (cálculos mediante símbolos). Es de la primera parte del título de este trabajo de donde obtenemos la palabra álgebra y del autor «Alkarizimi» la palabra «algoritmo». Este trabajo, en la traducción de Gerard de Cremona: «después de haber sido la piedra angular en el edificio matemático construido por los árabes que vinieron detrás de él, iba a iniciar un día a sus colegas occidentales en la belleza del cálculo algebraico y al mismo tiempo en la aritmética decimal» (Max Vinte Joux: El milagro árabe, ediciones Charlot, París, 1.950).
Según la opinión de Philip K. Hitti: «Al Khwarizimi, una de las mejores mentes científicas del Islam, es sin duda el hombre que ejerció mayor influencia sobre el pensamiento matemático durante toda la Edad Media».
Su trabajo fue continuado por Thabit Ben Garrah, traductor del Almagesta de Ptolomeo, que desarrolló el álgebra y que fue el primero en aplicarlo a la geometría.
La trigonometría es la rama de las matemáticas que los árabes cultivaron con mayor diligencia, debido a su aplicación en la astronomía. Los primeros pasos en esta ciencia se remontan a la época de Al Batani, que tuvo la ingeniosa idea de sustituir las subtensas de los arcos que usaban los griegos en sus cálculos trigonométricos, por la mitad de las subtensas del doble arco, es decir, por el seno de dicho arco.
Al Batani fue el primero en emplear en sus trabajos los términos de «seno» y «coseno». Los introdujo en el cálculo gnómico y se llamó sombra extendida. Es lo que llamamos en trigonometría moderna, la tangente. (M. Charles: Concepción histórica de los métodos geométricos).
La introducción de tangentes en la trigonometría demostró ser de gran importancia. «Los matemáticos no descubrieron esto hasta quinientos años más tarde. Se atribuye a Regimontanus, pero casi un siglo más tarde Copérnico no tenía conocimiento de las tangentes. (M. Charles: Concepción histórica de los métodos geométricos).
La invención del signo «cero» por Mohammad Ben Ahmad, en el año 976, revolucionó las matemáticas, pero no se empleó en Occidente hasta principios del siglo XIII.
Finalmente, recordemos que Nasr Ed Dine Thusi fue el primero en dudar de la inefabilidad de la geometría de Euclides. Debe ser considerado como el precursor de Lobatchevsky y Riemann en la geometría Euclidiana.
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