CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES
Las obras dedicadas a la filosofía política y a la sociología forman una de las verdaderas joyas de la literatura musulmana. Los escritores de los tres principales idiomas del Islam, árabe, persa y turco, expresaron profundas y variadas opiniones sobre el arte de gobernar y sobre los diversos problemas de la vida comunitaria.
Al Farabi, el filósofo musulmán más importante anterior a Avicena, escribió un tratado de elevada espiritualidad y noble sentimiento titulado: «La ciudad modelo».
Basándose en el principio platónico de que el hombre está destinado a vivir en sociedad, Al Farabi llega a la conclusión de que él Estado perfectamente organizado debería abarcar a todo el mundo habitado y comprender a toda la humanidad.
La idea del estado universal normalmente evoca a la mente europea el concepto del Imperio Romano, las luchas entre el Papado y el Imperio durante la Edad Media o las teorías de algunos «utópicos» modernos. Esta no era una idea nueva en el pensamiento político musulmán. Además, está implícita en el concepto teocrático del Islam.
«La ciudad modelo», es una expresión de esta idea. De acuerdo con las tendencias místicas de su filosofía, el autor asigna altos objetivos morales al estado universal y a sus gobernadores. Al Farabi creía que este estado tenía la obligación de asegurar a los ciudadanos un gobierno perfecto en la tierra y la felicidad después de la muerte. La ciudad ideal debería ser administrada por un gobernante supremo, teniendo a su disposición los siguientes atributos: «gran inteligencia, una memoria infalible, elocuencia, disposición para el estudio, magnanimidad, amor a la justicia, moderación, firmeza sin debilidad y determinación para lograr el bien».
Si no se encuentran todos estos atributos en un solo hombre, entonces hay que buscar dos, tres o más hombres que, en conjunto, tengan todos los atributos necesarios para gobernarla a estos hombres se les encomienda el gobierno del estado. Así llega Al Farabi a la idea, como Platón, de un gobierno de sabios o de una república aristocrática.
Las opiniones tolerantes de Al Farabi contrastan fuertemente con los preceptos de Ibn Zaher, un árabe siciliano del siglo XII cuya obra «Salam Al Mota», se comparó con el libro de Maquiavelo titulado «El príncipe». Este libro contiene unas máximas concebidas en el mismo espíritu que las del secretario florentino, pero aun más sutil y pérfido.
Al Mawardi (972-1.058), un abogado famoso, que fue el gran Juez de Ostowa, cerca de Nishapur, fue autor del célebre «Kitab Al Ahkam Es Sultaniah» (El libro de las reglas del poder). Esta obra, en la cual se encuentra una teoría muy interesante sobre el califato, se dedica a las principales instituciones políticas, sociales y jurídicas en el Estado Islámico.
El «Ahkam Es Sultaniah» se tradujo al francés, así como otra de las obras de Al Mawardi titulada «Los estatutos gubernamentales».
Quienes critican la civilización islámica y la consideran como un tenue reflejo de la cultura helénica y le niegan cualquier originalidad, tienen que reconocer que debemos al genio de Ibn Khaldun (1.332-1.406) la primera filosofía de la historia escrita. «Antes que él, ningún escritor árabe o europeo había tenido jamás una perspectiva de la historia tan comprensiva y filosófica. La opinión general de todos los críticos de Ibn Khaldun es que fue el mejor historiador que jamás produjo el Islam y uno de los mejores de todos los tiempos», escribe J.C. Riesler (La civilización árabe, París, 1.955).
Mucho tiempo antes que los sociólogos modernos, Comte, Vico, Marx y Spengler, Khaldun Ibn Jaldun se dedicó a la evolución de la sociedad humana y trató de explicar de una forma racional el progreso de la historia.
Ibn Khaldun escribió una historia del mundo que comprendía tres tomos, con una introducción y una autobiografía. El primer libro, junto con la introducción, forma una parte distinta que llamamos los Prolegómenos. (Esta obra fue traducida al francés en 1.868 por Slane). Esta parte constituye por si misma un monumento imperecedero y a ella debe el autor su renombre mundial. Se encuentran aquí, por primera vez, unas reflexiones generales sobre la historia de las diversas formas de civilización que resultan del clima y forma de vida, nómada o sedentaria, y sobre las costumbres particulares de cada una de estas civilizaciones. Esta parte de la obra reflexiona también sobre las instituciones sociales, las ciencias y las artes que sostienen estas civilizaciones. El autor habla de las ciencias coránicas, de las matemáticas, del canto, de la música instrumental; de la agricultura y de la artesanía. Es una verdadera enciclopedia Imbuida de un espíritu profundamente filosófico, donde la historia misma está considerada solamente como una parte integral de la filosofía.
«Veamos, dice Ibn Khaldun, la naturaleza interna de la ciencia de la historia: es el examen y la comprobación de los hechos, la cuidadosa investigación de las causas que han producido estos hechos y una profunda comprensión de como surgieron y se desarrollaron los acontecimientos. La historia, por tanto, es una rama importante de la filosofía y debería ser considerada como una ciencia». Esto es ya una moderna concepción de la historia, saber que su principal papel consiste en analizar los hechos y buscar las causas, lo que presupone un amplio conocimiento de la civilización humana y de la psicología.
Es prácticamente imposible analizar aquí la inmensa obra de Ibn Khaldun. Las ingeniosas y eruditas observaciones sobre la fragilidad de las civilizaciones, sobre la evolución cíclica y sobre el importante papel desempeñado por la élite en la formación de los estados, que utiliza para apoyar su teoría, son fascinantes.
Su punto de partida es la afirmación de que hay una analogía completa entre la vida de un Estado y la de un hombre, o de cualquier otro ser viviente. Como ellos, los estados nacen, crecen y mueren. Como ellos, están sometidos a ciertas normas de la evolución natural. Ibn Khaldun se dedicó al descubrimiento y explicación de esta evolución.
Sus ideas económicas son tan modernas como sus opiniones políticas. «El Estado, afirma el escritor del Magreb, es el gran comerciante; es como un buen comerciante con visión de futuro y su deber es asegurar que el dinero que recibe por impuestos vuelva a circular otra vez entre el pueblo. Los impuestos moderados son el mejor incentivo para trabajar. Por otra parte, elevar cualquier impuesto sin reflexionar hace que éste sea inútil». Examina de manera detallada y crítica la confiscación, los monopolios y el control oficial del comercio, para llegar a la conclusión de que la riqueza de un estado está basada en su población, en su espíritu de empresa y en su productividad. La intervención estatal y la exagerada interferencia de las autoridades públicas, reduce esta riqueza e impide el desarrollo normal de la economía. En efecto, las escuetas modernas del liberalismo económico no han añadido nada a este punto de vista que fue formulado a finales del siglo XIV.
Abul Fazi (1.552-1.602). Fue filósofo, erudito, hombre de estado y muy amigo de un poderoso e ilustre emperador. Abul Fazi es una de las figuras mas brillantes de la India de los mongoles. Su «Akbar Nameh» es sin duda la obra más importante de la historia musulmana en la India. Está dividida en tres partes: la primera, contiene la historia de las incursiones de Timur (Tamelán) en la India y de los príncipes Timurides que reinaron en aquel país; la segunda, está dedicada completamente al largo y glorioso reino de Akbar; la tercera, llamada Ayn I Akbari, da información muy valiosa sobre el funcionamiento legal y administrativo del estado, sobre las condiciones sociales de los indios y sobre su religión, su filosofía y sus leyes. Varios capítulos tratan de cuestiones relacionadas con su artesanía, las finanzas públicas y las partes administrativas y estadísticas; otros hablan de mejoras técnicas en las armas del ejercito, libros que fueron traducidos, etc.
Ayn I Akbari también fue un gran número de máximas, juicios morales y preceptos políticos de Akbar, que su fiel ministro y amigo apuntaba día a día.
«Esta extraordinaria obra, dice Garra le Vaux, llena de vida, de ideas y sabiduría, donde cada aspecto de la vida es examinado, catalogado y clasificado, y donde el progreso deslumbra continuamente a los ojos, es un documento del que puede estar orgullosa la civilización oriental. Los hombres de cuyo talento se da cuenta en este libro, estaban muy por delante de su época en el arte de gobernar y quizás fueron también unos avanzados en sus especulaciones sobre la filosofía religiosa. Esos poetas y filósofos saben como tratar con el mundo material. Observan, clasifican, calculan y experimentan. Todas las ideas que se les ocurren están comprobadas con hechos. Las expresan con elocuencia, pero las sostienen con la estadística. En Occidente, reconocemos el importante papel desempeñado por Leibnitz, que nos demostró cuán interesante eran las estadísticas, que ahora vemos como una nueva ciencia, y los servicios que pueden rendir. El gobierno de Akbar las utilizó metódicamente en su administración hace trescientos años, junto con los principios de tolerancia, justicia y humanidad».
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