Evidencias De La Existencia De Un Creador (Segunda Parte)
LA SEGUNDA PRUEBA: EL UNIVERSO DEBE TENER UN CREADOR
El Corán le ofrece a los incrédulos y a los escépticos negadores pruebas que la mente racional no puede sino confirmar y qué el buen juicio no puede rechazar. Allâh, el Exaltado, dice:
(¿Acaso surgieron de la nada [sin Creador] o son ellos sus propios creadores?
¿O crearon los cielos y la tierra? Ciertamente no tienen fe [para darse cuenta de la verdad] .) (Corán 52: 35-36)
El Corán les dice: ustedes existen, y no pueden negar esto; los cielos y la tierra también existen, no hay la más mínima duda al respecto. El más simple sentido común nos indica que las cosas que existen deben tener una causa para su existencia. El pastor de camellos en el desierto sabe esto. Él sabe que: «La presencia de estiércol de camello indica la existencia de un camello y la presencia de pasos indica que alguien caminó. Por lo tanto, los cielos con sus estrellas y la tierra con sus montañas y valles deben indicar la existencia del Omnisapiente, Omnisciente». Los más grandes científicos que investigan la vida y los seres vivientes también saben esto.
Lo que se declara en esta aleya (versículo) es conocido por los científicos como la Ley de causa y efecto. Esta ley afirma que una cosa no puede ocurrir por si sola sin que otra cosa (la cause), porque no posee en sí misma el poder para existir por si sola, y no puede por si sola causar la existencia de otra cosa, pues ésta no puede dar a otros lo que ella misma no posee.
Permítanos dar un ejemplo para explicar esta ley más claramente
Hace unos años, las arenas de (cierta parte del) desierto Rub’ Al Jâlî fueron azotadas por fuertes vientos dejando al descubierto las ruinas de una ciudad que había sido sepultada por las arenas. Los arqueólogos empezaron a examinar las ruinas de la ciudad para intentar determinar el periodo en que ésta había sido construida. Ni uno solo de los arqueólogos sugirió que esta ciudad pudiera haber aparecido como resultado de las acciones naturales del viento, lluvia, calor y frío, y no así por la acción del hombre.
Si alguien hubiese sugerido semejante cosa, las personas lo habrían considerado loco y hasta habrían sentido pena por él. ¿Cómo seria entonces si alguien hubiera dicho que esta ciudad se formó en el aire de la nada en el pasado lejano, y que después apareció -ya establecida- en la tierra? Esta sugerencia es no menos extraña que la anterior, de hecho es mucho más extraña.
¿Por qué? Porque la nada no puede crear algo, lo cual simplemente es una cuestión de sentido común, y una cosa no puede crearse a si misma.
La ciudad según es conocido debe haber aparecido como consecuencia de la acción de sus constructores. Lo que vemos en la misma nos dice algo sobre las personas que la hicieron. La ciudad tiene que haber sido hecha por personas inteligentes que tenían experiencia en la construcción y planificación.
Si vemos a una persona ir de la parte baja de un edificio hacia la más alta, no encontramos nada extraño en eso, porque una persona tiene la habilidad de hacer eso. Pero si vemos que una piedra que estaba en el patio del edificio se ha movido al techo del edificio, estaremos seguros que no se movió por si sola. Alguien tiene que haberla recogido y movido, porque una piedra no tiene la habilidad para moverse o subir.
Es extraño que (todas) las personas estén seguras que la ciudad no pudo originarse sin un creador, y que ésta no pudo construirse a si misma, así como están seguros que alguien debió haber llevado la piedra al techo del edificio, pero aún así entre ellos hay quienes insisten en que este universo vino a existir sin un creador, siendo que la estructura del universo es infinitamente más compleja que la de la ciudad.
(Por cierto que la creación de los cielos y la Tierra es más grandiosa que la creación de los hombres …) (Corán 40: 57)
Cuando estos negadores se ven confrontados con lógica científica que apela a sus intelectos, no tienen sino dos opciones: aceptar la evidencia o rechazarla obstinadamente.
Ésta es la evidencia con la que los eruditos del Islam todavía están confrontando a los negadores. Uno de los eruditos fue abordado por algunos de estos ateos que niegan al Creador. Él les preguntó: ¿Qué dirían ustedes sobre un hombre que les dice: “He visto un barco sobrecargado, lleno de mercancías, en el medio del océano, siendo azotado por las olas y vientos, y a pesar de todo esto éste se encuentra navegando tranquilamente y siguiendo su curso, sin marineros que lo controlen o dirijan.” ¿Les parece esto algo racional?
Ellos dijeron: Esto es irracional.
El estudioso dijo: ¡Subhân Allâh!¿Si no les parece racionalmente posible que un barco navegue tranquilamente por el mar sin cualquier marinero o tripulación, entonces cómo es posible que este mundo, con todas sus diferentes fuerzas y factores, con su inmensidad y gran variedad, exista sin un Creador o Guardián? Los escépticos lloraron y dijeron: ‘Ciertamente has hablado con la verdad’, y se arrepintieron.
Es a esta ley, racionalmente aceptable, que se refiere la aleya:
(¿Acaso surgieron de la nada [sin Creador] o son ellos sus propios creadores? ) (Corán 52: 35) Ésta es evidencia que obliga a las mentes racionales a aceptar que hay un Creador y que debe ser adorado. La aleya fue formulada de una manera tan elocuente y tocante que cualquiera que la oiga se vera profundamente conmovido.
Al Bujârî narró en su Sahîh que Yubaîr ibn Mut’im dijo: «Oí al Mensajero de Allâh (que la Paz y las Bendiciones de Allâh sean con él) recitando Sûrat At-Tûr durante la oración del Magrib (el ocaso). Cuando él alcanzó el pasaje que dice:
( ¿Acaso surgieron de la nada [sin Creador] o son ellos sus propios creadores?
¿O crearon los cielos y la tierra? Ciertamente no tienen fe [para darse cuenta de la verdad].
¿Acaso poseen los tesoros de tu Señor o tienen autoridad absoluta [sobre la creación]? ) (Corán 52: 35-37) – mi corazón casi empezó a volar.
Al Baîhaqî dijo: Abû Sulaîmân Al Jattâbî dijo: «La razón de que él se haya conmovido así al oír estas aleyas es su perfecto entendimiento del significado de las mismas y la fuerte evidencia que contienen lo cual toco su naturaleza sensible, y que su inteligencia supo reconocer…»
Con respecto al significado del verso, ( ¿Acaso surgieron de la nada [sin Creador]…? ) (Corán 52: 35), Al Jattâbî dijo: «¿O es que se originaron sin un creador? Eso no puede pasar, porque la creación se encuentra inevitablemente conectada al Creador. Tiene que haber habido un Creador. Si ellos niegan al Creador Divino -y no pueden haberse originado sin un creador que los haya creado-, entonces: ¿acaso ellos se crearon? Este es un argumento aún más engañoso; porque si algo no existe, ¿Cómo puede describirse como teniendo el poder para crear algo? ¿Cómo podría hacer algo? Si estos dos argumentos son refutados, entonces queda establecido que ellos tienen un Creador, ¡que crean en Él pues!.
Después Allâh, el Exaltado, dice:
(¿O crearon los cielos y la tierra? Ciertamente no tienen fe [para darse cuenta de la verdad] ) (Corán 52: 36). Esto es algo sobre lo que no pueden presentar ninguna demanda. Así, sus argumentos se han mostrado débiles y la evidencia en su contra ha sido firmemente establecida.»
La intención de Al Jattâbî -al decir que los kuffâr no podrían presentar ninguna demanda sobre haber creado o poder crear los cielos y la tierra- era acabar con este argumento, porque existe la posibilidad de que alguna persona arrogante diga «Yo mismo me creé», al igual que alguien de su tipo que vivió en el pasado. Este incrédulo alegó tener poder sobre la vida y la muerte:
(¿Acaso no has reparado [¡Oh, Muhammad!] en quien discutió con Abraham acerca de su Señor valiéndose del poder que Allâh le había concedido? Dijo Abraham: Mi Señor es Quien da la vida y la muerte; le replicó: Yo también doy la vida y la muerte. Dijo Abraham: Por cierto que Allâh hace que el sol salga por el oriente, haz tú que salga por el occidente. Entonces, el incrédulo quedó desconcertado. Y Allâh no guía a los inicuos.) (Corán 2: 258) ¿Cuál fue la respuesta de Ibrâhîm? Él contestó con otra pregunta desafiante que expuso la incapacidad del tirano y su falsedad:
(…Dijo Abraham: Por cierto que Allâh hace que el sol salga por el oriente, haz tú que salga por el occidente… ) (Corán 2: 258)
El resultado de eso fue:
(…Entonces, el incrédulo quedó desconcertado. Y Allâh no guía a los inicuos.) ( Corán 2: 258)
Supongamos que alguien diga, «Yo mismo me creé». ¿Podrá alegar también que creó los cielos y la tierra? Si la nada no creo los cielos y la tierra, y si los cielos y la tierra no se crearon a si mismos, y si estas personas no pueden alegar que ellas los crearon, entonces inevitablemente debe haber un Creador que creó todo eso, y este Creador es Allâh, glorificado y exaltado sea.
La posición de las ciencias empíricas (experimentales) con respecto a esta ley
El esfuerzo humano y la naturaleza de los seres creados son incapaces de definir y enlistar todas las fases de la ley de causa y efecto y de estudiarlas de cerca, paso a paso, hasta alcanzar la fase en la que se originó el universo. Por esto las ciencias experimentales no tienen ninguna esperanza de averiguar el origen de las cosas. Estas ciencias han expresado claramente lo difícil -por no decir imposible- de esta empresa. Todo lo que se ha conseguido hacer hasta ahora es definir unas pocas fases, quedando el conocimiento de todo lo que viene antes de estas relacionado con el reino de lo Oculto.
Una verdad simple que la razón no tiene más opción que admitir
Esta desesperación humana –pasada y futura- de no poder descubrir en detalle las etapas de la creación, es contrapesada por una verdad simple que cada mente debe reconocer, de forma voluntaria o involuntaria: que no importa que tan larga sea la lista de causas y efectos, obligatoriamente debe haber algo que posee el poder de originar la causa. Éste es el verdadero principio; antes del cual nada existía y sin el cual nada existiría. Este “originador” debe ser independiente, autosuficiente.
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