Islam, Terrorismo y Medios de Comunicación
Como musulmanes, condenamos enérgicamente los ataques terroristas sobre dos de las principales ciudades de los EEUU el 11 de septiembre de 2001, los cuales causaron la muerte y daños a miles de personas inocentes, a la vez que ofrecemos nuestras condolencias al pueblo estadounidense. Esos ataques pusieron a la orden del día una cuestión importante: la verdadera fuente del terrorismo. Todo el mundo sabe que el Islam es una religión de paz y tolerancia que llama a la compasión y a la justicia. Muchos líderes mundiales dicen a través de distintos medios que el verdadero Islam prohíbe la violencia e impulsa la paz entre la gente y los pueblos. Los círculos occidentales que han comprendido la religión de los musulmanes según es enunciada por el Corán, advierten claramente que los términos “Islam” y “terror” no pueden ser sinónimos y que ninguna religión divina permite la violencia.
Este libro sostiene que la fuente del terror que condenamos definidamente, no proviene de una religión divina y que en el Islam no hay ningún lugar para el terrorismo. Esto es lo que expresa claramente el Corán, fundamento principal del Islam y de prácticamente todos los auténticos gobernantes musulmanes, de entre los cuales el Profeta Muhammad (PB) fue el principal. A la luz de los versículos coránicos este libro da a conocer, con ejemplos históricos, que el Islam prohíbe el terrorismo y se centra en conseguir la paz y la seguridad en todo el mundo.
Como se sabe, distintos sucesos terroristas se han llevado a cabo en diversas partes del mundo y con diferentes propósitos durante siglos. A veces esos episodios fueron asumidos por organizaciones comunistas, grupos fascistas, facciones radicalizadas o separatistas. En tanto que los EEUU y otros estados se convirtieron en el objetivo de los ataques racistas de grupos terroristas marginales, los países europeos han sido el escenario central de la violencia desatada por estructuras más regimentadas. Así fue que La Facción del Ejército Rojo y los Neo Nazis en Alemania, la banda 17 de Noviembre en Grecia, la ETA en España, las Brigadas Rojas en Italia y muchas otras organizaciones similares buscaron notoriedad a través del terror y la violencia matando a gente inocente e indefensa. Las características terroristas se modifican con el cambio de las condiciones mundiales y aumenta su impacto y poder gracias a las nuevas posibilidades dadas por el desarrollo tecnológico. El campo e influencia de las mismas se extienden de manera considerable por medio de los nuevos elementos de comunicación, especialmente Internet.
Si alguien busca la causa del terrorismo, debe indagar en las ideologías antirreligiosas. La religión prescribe el amor, la compasión, el perdón, la paz y una forma de vida regida por normas morales cabales. En cambio el terrorismo se apoya en la crueldad y la violencia, lo que provoca dolor, derramamiento de sangre y asesinatos.
Además de las organizaciones terroristas occidentales, hay otras con origen en el Oriente Medio que atacan en cualquier lugar del mundo. Que los perpetradores de actos tan repudiables se identifiquen como cristianos, judíos o musulmanes, lleva a que haya gente que, por desgracia, rechace las religiones divinas. Pero lo cierto es que aunque los terroristas se presenten como creyentes, sus agresiones no pueden ser etiquetadas de “terror religioso”. Es por eso que en las páginas siguientes consideraremos lo absolutamente inaceptable que resulta la matanza de inocentes en nombre de una religión divina. Debemos tener en cuenta que entre los asesinados en Nueva York y Washington había cristianos que amaban al Profeta Jesús, judíos que amaban al Profeta Moisés y musulmanes que amaban al Profeta Muhammad. A menos que Dios conceda su perdón, el asesinato de inocentes es un gran pecado que conduce al tormento del Infierno. Nadie que sea religioso y tema a Dios haría una cosa así.
Los responsables de una agresión semejante que se llamen creyentes sólo pueden cometerla con la intención de destruir la religión. Puede ser que quienes la cometen consigan que la gente mire a la religión como una maldición o hagan que la abandone y se pase a odiar a quienes siguen siendo creyentes sinceros en Dios. En consecuencia, cualquier ataque de ese tipo, sobre el pueblo estadounidense o cualquier otro, bajo una supuesta justificación religiosa, en realidad es un ataque contra la propia religión.
La religión instruye en el amor, la misericordia y la paz. El terror, por su parte, es lo opuesto a lo que ordena la religión pues es cruel, inmisericorde y lleva al derramamiento de sangre y a las calamidades. Por lo tanto, el origen de los episodios terroristas debería buscarse en la incredulidad antes que en la religión. Son las personas con una perspectiva materialista, racista, fascista o comunista, las que deberían ser vistas como potenciales ejecutoras de esos actos. Lo importante no es el nombre o identidad de quien aprieta el gatillo. Si puede asesinar a gente inocente sin pestañear, entonces es un incrédulo, no un creyente. Es un asesino que no teme para nada a Dios y cuya ambición principal es derramar sangre y contradecir el mensaje del Islam. Este no puede ser defendido de ninguna manera por medio del terrorismo. Por el contrario, sembrar el terror (es decir, el asesinato de inocentes) es un gran pecado según el Islam, y los musulmanes tienen la responsabilidad de evitarlo y llevar la paz y la justicia a todo el mundo.
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