El Profeta Muhammad

La moral del Profeta con los prisioneros (Parte II)


La regla común que el Mensajero de Al-lah mostró a sus compañeros desde la primera batalla, en la que los musulmanes triunfaron y cautivaron a algunos incrédulos, era: “Tratadles – a los cautivos- bien” ([1]) Este trato, no era un acto teórico, que se aplicaba parcialmente, al contrario se reflejaba en muchas situaciones que revelaban corazones llenos de misericordia.

Por eso el Mensajero de Al-lah repugnó que los compañeros pegaran a dos muchachos de Qoraysh durante los acontecimientos de Badr y dijo a sus compañeros: “¡Acaso les pegaríais si os dicen la verdad,  y les soltareis si os mienten…por Al-lâh son de Qoraysh! «([2]) Aunque estos dos muchachos eran del ejército enemigo, y pegarles no era sino un método para descubrir los puntos de flaqueza en el ejército de Qoraysh, sin embargo el profeta denegó pegarles y torturarles. Sobre este asunto el Imâm Mâlik dijo cuando se le preguntaron sobre si era permisible torturar al cautivo para obligarle a revelar los secretos del enemigo, a lo que respondió que no lo escuchó antes – que era lícito- ([3])

El Mensajero prestaba mucha atención al descanso del prisionero, tanto el físico como el psicológico, lo que evidencia, sin lugar a duda, que se trata de un método divino,  que nunca pudo ser estipulado por un ser humano. Pues Al-lâh es Todo Misericordioso, cuya compasión es incomparable con la de Sus siervos. Y de los signos de esa misericordia, es que ordena cuidar al prisionero, aunque este sea incrédulo. Y el Mensajero de Al-lah prestaba toda la atención a aplicar este misericordioso método divino, y por consecuencia, encontramos muchas situaciones singulares que no se hallan en la ninguna Historia de cualquier nación no-musulmana

Ese trato compasivo del Mensajero de Al-lah se manifestó en su cuidado por la comida que ofrecían a los prisioneros. Ibn ‘Abbas (que Al-lah Esté complacido con él) dijo: “El Mensajero de Al-lah ordenó a sus compañeros el día de Badr que trataran con generosidad a los cautivos, y de echo estos primeros sirvieron la comida de los cautivos antes que la suya.” Sa’îd Ibn ÿubaîr, ‘Atâ`, Al Hassan y Qatâda dijeron lo mismo. ([4])

Los compañeros no ofrecían a los cautivos los restos de comida, sino siempre les elegían la mejor comida siguiendo la recomendación del Mensajero de Al-lah.

Abû ‘Azîz – hermano de Mos’ab Ibn ‘Umaîr – narró lo que ocurrió diciendo: “Estaba con la gente de Al Ansâr cuando me capturaron en Badr, y si llegaba el almuerzo o la cena, me favorecían ofreciéndome el pan y ellos comiendo el dátil, en seguimiento de la recomendación del Mensajero de Al-lah. En cuanto uno de ellos alcanzó un pedazo de pan, me lo ofreció,  de modo que sentí vergüenza y se lo devolví, sin embargo no lo tocó.

Ibn Hishâm dijo: “Abû ‘Azîz era el segundo portador de la bandera de los incrédulos después de An-nadhir Ibn Al Hârîz([5]). Entonces no era un hombre cualquiera, sino uno de los incrédulos más fuertes en contra de los musulmanes, porque solo los más valientes y prestigiosos son quienes llevan la bandera. Tampoco eso cambiaba el trato compasivo de los musulmanes, porque es una de las bases del trato con el prisionero que no se podía negar bajo cualquier circunstancia.

Los musulmanes no solo se limitaron a ofrecer buena comida a sus prisioneros incrédulos, sino que también les ofrecían ropa. Al Bujârî confirmó este asunto en su libro Al-Sahih bajo el tema titulado: “Vestir a los prisioneros”, y mencionó que ÿabir Ibn Abdul·lâh dijo: “El día de Badr, habían traído prisioneros, entre ellos estaba Al ‘Abbas, que estaba sin su túnica. El Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean  con él) le buscó una túnica de su tamaño y le dio la de Abdul·lâh Ibn Ubaî. ([6])

Y según las narraciones también, el Mensajero de Al-lah ordenó a los musulmanes que dieran vestido a los prisioneros de Hawazân y ordenó a un hombre comprarles ropas. ([7])

También pidió a sus compañeros tratar a los prisioneros con ternura, hasta que estos se sintieran tranquilos y seguros. El Mensajero de Al-lah también respondía a las averiguaciones de los prisioneros con paciencia y sin aborrecimiento, lo que demuestra la indulgencia y la gran misericordia que el Mensajero de  Al-lah tenía hacia todos los seres humanos. En el libro de Sahih Muslim, ‘Umran Ibn Hasîn narró: “Los de Zaqîf tenían una alianza con Banu ‘Uqaîl, y ocurrió que los Zaqîf capturaron a dos hombres de los compañeros del Mensajero, mientras que los compañeros del Mensajero de Al-lâh capturaron a dos hombres de Banu ‘Uqaîl y un camello llamado “Adubâ`”, que después se le puso el nombre de camello del Mensajero de Al-lah. Uno de estos dos cautivos llamó al Mensajero de Al-lah y le dijo: ¡Oh, Mohamamd! ¿Por qué razón me habéis capturado y porque habéis tomado al camello?” a lo que el profeta respondió:» Por lo que Zaqîf, vuestra alianza, han hecho” y se fue. El cautivo llamó otra vez ¡Oh, Mohamamd!  ¡Oh, Mohamamd! Y por la misericordia y ternura del Mensajero de Al-lah, regresó al hombre y le dijo: «¿Qué quieres?» Y el hombre le dijo: Anuncio que soy musulmán. A lo que el profeta dijo: “si lo dices con voluntad, habrás entonces triunfado.” Y marchó. El hombre le llamó de nuevo  ¡Oh, Mohamamd!   ¡Oh, Mohamamd!   Y el profeta regresó al hombre y le dijo: «¿Qué quieres? «El hombre dijo: Estoy sediento y hambriento. Dame comida y bebida. El profeta le dijo: “eso es” ([8])

Todas estas cuestiones que hizo el prisionero al mensajero de Al-lah, además de llamarle con su primer nombre, sin títulos indican la grandeza de la misericordia y humanidad que llevaba el corazón del Mensajero de Al-lâh hacia todos los seres humanos.

Lo más curioso es que el Mensajero de Al-lah igualmente prestaba atención al lado psicológico del prisionero y lo respetaba muchísimo. Podemos ver perfecta mente este punto, en los tiempos difíciles, y sobre todo después de las guerras, cuando el Mensajero de Al-lah orientaba a sus compañeros dándoles consejos muy refinados y humanitarios acerca del trato con los prisioneros mujeres y niños. Prohibió separar la madre de su hijo. Abû Ayub narró diciendo: “Escuché al Mensajero de Al-lâh diciendo “El que separa a una madre y su niño, Al-lah le separará de sus amados el día del Levantamiento” ([9])

Concluimos este tema con una historia muy bella, que demuestra las más bellas morales del   Mensajero de Al-lah en sus tratos con los prisioneros. Abû As-sayed Al Ansârî ([10]) narró que llegaron con un grupo de cautivos desde Bahréin que se detuvieron en una línea. El Mensajero de Al-lah miró hacia ellos y encontró a una mujer llorando. Le preguntó «¿Por qué lloras? »  A lo que respondió: “Vendieron a mi hijo en Banû ‘Abs”. El Mensajero de Al-lâh dijo a Abû As-sayed: “Vuelve a buscarle y devuélvale a su hijo”, y de hecho viajó y trajo al niño. ([11])

El mensajero de Al-lah tuvo compasión hacia la mujer prisionera, y mandó a  uno de sus soldados a un país lejano para traer a su hijo, para calmarla y secar sus lágrimas.

No podemos mencionar aquí todas las situaciones sobre los tratos del Mensajero de Al-lah que declaran su naturaleza y morales refinadas tanto en paz como en guerra, por eso nos limitamos en mencionar unas pocas situaciones que demuestran claramente el perfeccionamiento de sus morales y la grandeza de la misión que Al-lah le reveló.


([1]) At-Tabrânî en el Mayor (977), y en el Menor (409), Al-Hayzamî: es bueno y es de los dichos narrados por Abû ‘Azîz El compilador de los apéndices 6/115.
([2]) Ibn Hishâm, As-Sîra An-Nabawia 1/616, 617. Consulte As·Sâlihî Ash·Shâmî: Subul Al Hudâ Wa Ar·Rashâd 4/27. As-Suhaylî: Ar-Rawdh Al Anif 3/58.
([3])Mohammad Ibn Yûsuf Al-Mawâq: At-Tâÿy Al-Iqlîl 3/353 (El tono y la corona) 3/353
([4]) Ibn Kazîr: La interpretación del Grande libro del Corán 4/584
([5])Ibn Sa‘d: At∙Tabaqât Al Kubrâ2/15. Ibn Kazîr: As-Sîra An-Nabawia 2/475
([6])Al-Bujârî: El libro de la lucha y la marcha, bajo el título de dar vestido al cautivo (2846), Al Bayhaqî en Sunan Al Kobrâ (18570)
([7])Al Bayhaqî: Pruebas de la profecía 5/264
([8]) Muslim, (1641), Abû Daûd (3316), Ibn Habân (4859), Ash-shâf’y, Aldârqatny (37), Al Bayhaqî, El Sunan Al Kobrâ (17845), Abû An-na’îm, Al Helyah (El ornamento), 8/651 ([8])
([9]) At-Tirmidî (1566), y dijo que es bueno pero raro. Ahmad (23546), Sho’ayb Al-Arnaût dijo que es un dicho bueno. Al Hakim (2334) y dijo que es bueno según las condiciones de Muslim. At-Tabaranî (4080), Al Bayhaqî, El Sunan Al Kobrâ (18089), Al Albânî: Sahîh Al-ÿami’ (6412).
Ibn Al Azîr, Asadul Ghâba (El león de la selva) 13/5. Ibn Haÿar Al ‘Asqalânî: Al Isâba (9573) ([10])
([11])Al-Hakim (6193). Dijo que la cadena de sus narradores es confiable. Sa’îd Ibn Mansûr, Sunan (2654)

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