Cristianismo

María, la madre de Jesús (parte 2 de 2): El nacimiento de Jesús


Estimada y amada por todos los musulmanes, y conocida como mujer piadosa y devota, María, la madre de Jesús, fue escogida por sobre todas las mujeres. El Islam rechaza la noción cristiana de que Jesús es parte de una trinidad que es Dios, y niega enfáticamente que Jesús o su madre, María, sean dignos de adoración. El Corán declara categóricamente que no hay divinidad sino sólo Dios.

“¡Ése es Dios, vuestro Señor! No hay más divinidad que Él, Creador de todas las cosas. Adoradle, pues. Él es el Protector de todas las cosas”. (Corán 6:102)

A los musulmanes se les exige, sin embargo, creer en y amar a todos los Profetas, incluyendo al Profeta Jesús, que ocupa un lugar especial en el credo islámico. Su madre, María, ocupa un lugar de honor. Cuando era joven, María ingresó a la Casa de Oración en Jerusalén, dedicando su vida entera a la adoración y al servicio de Dios (Al-lah).


María escucha las noticias de Jesús

Mientras estaba aislada de todo el mundo, un hombre se apareció frente a María. Al-lah dice:

“Y puso un velo para apartarse de la vista [mientras adoraba a Dios] de los hombres de su pueblo. Entonces le enviamos Nuestro espíritu [el Ángel Gabriel], quien se le presentó con forma humana”. (Corán 19:17)

María sintió temor y trató de huir. Acudió a Dios diciendo:

“Me refugio de ti en el Clemente, si es que temes a Dios. Le dijo: Soy el enviado de tu Señor para agraciarte con un hijo puro”. (Corán 19:18-19)

María se sorprendió y quedó desconcertada con estas palabras. Ella no estaba casada, por el contrario, era una virgen que se había mantenido casta. Preguntó incrédula:

“¡Oh, Señor mío! ¿Cómo podré tener un hijo si no me ha tocado ningún hombre? Le respondió: ¡Así será! Dios crea lo que Le place. Cuando decide algo, sólo dice: ¡Sé!, y es”. (Corán 3:47)

Al-lah creó a Adán del polvo de la Tierra, sin padre ni madre. Creó a Eva a partir de una costilla de Adán. Y a Jesús lo creó sin padre, pero con una madre, la piadosa y virgen María. Dios, que sólo tiene que decir “Sé” a una cosa para traerla a la existencia, insufló el espíritu de Jesús en María a través del ángel Gabriel.

“…infundimos en ella[1] [a través del Ángel Gabriel] Nuestro Espíritu. Ella creyó en la veracidad de las Palabras [de Dios] y en Su Libro, y se contó entre las devotas”. (Corán 66:12)

Aunque las historias de María en el Corán y en la Biblia tienen muchos aspectos en común, la visión de que María estaba desposada o casada es totalmente rechazada por el Islam. El tiempo pasó, y María tuvo temor de lo que diría la gente a su alrededor. Se preguntó cómo podrían ellos creer que ningún hombre la había tocado. La mayoría de los eruditos del Islam están de acuerdo en que la duración del embarazo de María fue normal[2]. Luego, cuando llegó el momento del parto, María decidió dejar Jerusalén y viajar hacia la ciudad de Belén. A pesar de que María debió haber recordado las palabras de Dios, pues su fe era fuerte e inquebrantable, esta joven mujer estaba ansiosa e inquieta. Pero el ángel Gabriel le aseguró:

“¡Oh, María! Dios te albricia con Su Palabra [¡Sé!] Su nombre será el Mesías Jesús, hijo de María. Será distinguido en esta vida y en la otra, y se contará entre los más próximos a Dios”.
(Corán 3:45)


Nace Jesús

Los dolores de parto la empujaron a aferrarse al tronco de una palmera datilera y gritó con angustia:

“Preferiría haber muerto antes de esto, y así se me hubiera olvidado completamente”. (Corán 19:23)

María tuvo allí a su hijo, al pie de la palmera datilera. Estaba exhausta después del parto, y llena de angustia y miedo, pero a pesar de ello escuchó una voz que la llamaba.

“No te apenes, tu Señor ha hecho fluir debajo de ti un arroyo. Sacude el tronco de la palmera y caerán sobre ti dátiles maduros y frescos. Come, bebe y conténtate”. (Corán 19:24-26)

Al-lah proveyó a María con agua, que apareció como una corriente repentina bajo el lugar donde estaba sentada. También la proveyó con comida, todo lo que tenía que hacer era agitar el tronco de la palmera datilera. María estaba asustada y alarmada, se sentía muy débil, acabando de dar a luz, así que, ¿cómo podía ella de alguna forma sacudir el tronco inmenso de un árbol de dátiles? Pero Al-lah continuó proveyendo a María con sustento.

El siguiente evento fue otro milagro, y como seres humanos aprendemos una gran lección de ello. María no necesitó sacudir la palmera datilera, lo que habría sido imposible, ella sólo tuvo que hacer un esfuerzo. En cuanto intentó seguir el mandato de Dios, dátiles frescos y maduros cayeron del árbol y Al-lah dijo a María: “…Come, bebe y conténtate”. (Corán 19:26)

María ahora tenía que llevar a su hijo recién nacido y regresar para enfrentar a su familia. Por supuesto que tenía miedo, y Al-lah lo sabía bien. Por lo tanto, Él la instruyó para que no hablara. No le habría sido posible a María explicar cómo se había convertido de repente en la madre de un niño recién nacido. Ya que era soltera, su pueblo no creería sus explicaciones. Al-lah dijo:

“Y cuando veas a algún hombre, dile: Por cierto que he realizado un voto de silencio por el Clemente, y no hablaré con nadie hoy”. (Corán 19:26)

María se dirigió a su gente llevando al niño, y ellos de inmediato comenzaron a acusarla, exclamando: “¿Qué has hecho? Eres de buena familia, y tus padres fueron piadosos”.

Tal como Al-lah le dijo, María no habló, sólo señaló al bebé en sus brazos. Entonces, Jesús, hijo de María, habló. Siendo un bebé recién nacido, Jesús, el Profeta de Al-lah, realizó su primer milagro. Con el permiso de Al-lah, dijo:

“Por cierto que soy el siervo de Dios. Él me revelará el Libro y hará de mí un Profeta. Seré bendecido dondequiera me encuentre, y me ordenará hacer la oración y pagar el Zakat mientras viva. Y me hará benevolente con mi madre. No dejará que sea soberbio ni rebelde. La paz fue conmigo el día que nací, será conmigo el día que muera y el día que sea resucitado. Éste es Jesús, hijo de María, es la verdad sobre la que ellos dudan”. (Corán 19:30-34)

María es mencionada en el Corán (5:75) como una siddqa (veraz), pero la palabra árabe siddiqa implica más que sólo hablar con la verdad. Significa que uno ha alcanzado un nivel muy alto de rectitud. Significa que uno es veraz, no sólo consigo mismo y con quienes lo rodean, sino también con Al-lah. María fue una mujer que cumplió su pacto con Al-lah, a Quien ella adoró con total sumisión. Fue piadosa, casta y devota. La mujer elegida por encima de todas las demás mujeres para ser la madre de Jesús fue María, la hija de Imrán.


Footnotes:

[1] Esto se explica en los comentarios como una apertura en su ropa, aunque el mismo versículo habla de “su castidad” (es decir, cuidándose a sí misma de la apertura a los hombres para contraer matrimonio). Así, Dios insufló en lo que ella había protegido, por medio del ángel Gabriel.

[2] Sheij Ash-Shanqiti en Adwaa’ al-Bayaan, 4/264.

 

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