El Profeta Muhammad

El trato del Profeta (la paz sen con él) con la minoría no musulmana en Medina


Después de la emigración del Mensajero (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) a Medina, se convirtió en su propio jefe, y vivió rodeado de una minoría no musulmana de incrédulos y judíos. Luego, cuando el Estado islámico se extendió a superficies más amplias, llegaron a existir minorías cristianas –también-, y todas gozaron de libertad religiosa. Pues, cada minoría practicaba sus ritos como quería; y dicha libertad fue afirmada por el Islam como un principio desde el descendimiento de la revelación sobre el Mensajero (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él); para que la humanidad se elevara y se alegrara con ella.

Por otra parte, la biografía del Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él), es la mejor prueba sobre el hecho de que la minoría no musulmana disfrutaba de la libertad de culto, a pesar de lo que los nobles Compañeros sufrieron a manos de los idólatras de La Meca. Sin embargo, el Mensajero (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) –quien también sufrió crueldad y tortura- no respondió a los incrédulos de la misma manera, ni los trató igualmente cuando Al-lah le otorgó la victoria y el poder, tampoco quiso imponerles su creencia, ya que todavía no estaban convencidos, obedeciendo a las órdenes del Sagrado Qor’ân, donde Al-lah dice: “¿Acaso puedes tú obligar a los hombres a que sean creyentes?”[1]. Y esto es lo que el Mensajero (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él ) aplicó, e hizo de ello una constitución para los musulmanes en afirmar la libertad de creencia.

Lo que confirma esta verdad, es lo que fue citado acerca de la revelación de la Aleya: “No hay coacción en la práctica de Adoración, pues ha quedado claro cuál es la buena dirección y cual el extravío.”[2]. Se narró, que un hombre de los Ansâr de la tribu de Banû Sâlem Ibn ‘Awf, tenía dos hijos antes de la Misión del Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él). Después, fueron a Medina junto con un grupo de cristianos llevando aceite, y encontraron al padre quien les dijo: ‘No os dejaré hasta que abracéis el Islam’. Sin embargo, ellos lo rechazaron. Acto seguido, se dirigieron al Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) para pedir su juicio, y el padre dijo: ‘Oh Mensajero de Al-lah ( la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él), ¿acaso una parte de mí entrará al Infierno por eso?’ Entonces Al-lah reveló la Aleya siguiente: “No hay coacción en la práctica de Adoración…”, por lo que el hombre los dejó ir libres[3].

Así pues, el Mensajero (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) ordenó al padre de los dos muchachos que estaban contra él mismo y en contra del Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él), en cuanto a la creencia, dejarlos creer libremente en lo que quisieran, aunque si tenían obligación de obedecerle y respetarle, por el hecho de ser su padre.

También, el Mensajero (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) afirmó la libertad de culto, en la primera constitución en Medina, esto ocurrió cuando admitió a los judíos que formaban, junto con los musulmanes, una sola nación[4].

Asimismo, el trato del Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) con los no musulmanes estaba basado en la justicia; queda muestra de ello lo que narró Abû Bakr (que Al-lah Esté complacido con él), pues dijo: ‘Estábamos con el Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) y éramos 300 (Compañeros), entonces él dijo: “¿Acaso alguien de vosotros tiene comida?” Así que un hombre tenía un Sâ‘[medida para granos, apr. 4 almudes] o casi de comida, y la amasó. Luego, vino un hombre incrédulo con el pelo revuelto y largo, y con ganado, entonces el Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) le preguntó: “¿Lo vendes o lo donas?” o dijo: “¿O lo regalas?”[5] Contestó: ‘No, sino que lo vendo’. Acto seguido, compró de él una oveja, y el Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) ordenó guisar el hígado y todo lo que está en la barriga. Por Al-lah que el Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) cortó un trozo de carne para todos los 300: si estaba presente, se lo daba y si estaba ausente, se lo reservaba, de modo que la dividió (es decir, la carne) en dos partes, y así todos comieron y se quedaron satisfechos; sin embargo, quedaron dos trozos, y se los llevó al camello[6].

Así se comportó el Mensajero (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) con un grupo de su ejército, compuesto de 300 hombres que necesitaban comida. Un incrédulo pasó por ellos con su ganado, de modo que él (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) compró una oveja con su dinero, y no obligó al hombre a dársela sin pagar aunque tenía el poder de hacerlo, y a pesar de su gran necesidad, y la incredulidad del hombre y su falsa creencia. Esta es la justicia en su forma más sublime.

Además, el Mensajero (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) trataba a los no musulmanes que lo rodeaban como un hombre trata a su familia; pues, Anas (que Al-lah Esté complacido con él) narró una situación extraña que pasó con el Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él), ya que dijo: ‘Un muchacho judío servía al Mensajero de Al-lâh (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él), y de repente enfermó. Por lo tanto, él (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) fue a visitarlo y se sentó cerca de su cabeza, diciéndole: “Abraza el Islam”. El muchacho miró a su padre, quien estaba ahí también, y éste le dijo: ‘Obedece a Abul Qâsim (nombre del Profeta)’. De hecho, el muchacho lo abrazó, por lo que el Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) salió diciendo: “Las alabanzas a Al-lâh, quien lo salvó del Infierno”[7].

Más bien, recomendó a Asmâ’ Bint Abî Bakr (que Al-lâh Esté complacido con ella)[8] mantener sus lazos de parentesco con su madre, pues ella contó lo siguiente: ‘Mi madre[9] vino a mí , la cual era idólatra en la época de los Qoraysh, quienes habían establecido un pacto con el Mensajero (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) y su plazo estaba con su padre, por lo que fui al Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) para pedirle consejo y le pregunté: Oh Mensajero de Al-lah, mi madre vino a mí con el deseo de mantener los lazos familiares conmigo, ¿acaso lo hago? Entonces él le respondió: “Sí, mantenlos”[10].

Y qué maravillosa es la actitud que el Mensajero (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) nos enseñó, cuando pasó delante de él, el funeral de un judío, pues Ibn Abî Laylâ narró que Qays Ibn Sa‘d[11] y Sahl Ibn Hunayf[12] (que Al-lâh Esté complacido con ellos) estaban en Qadisiyya, y un cortejo fúnebre pasó delante de ellos, así que se levantaron y dijeron: ‘Es de los habitantes de la tierra’[13], entonces recordaron: ‘Un funeral pasó delante del Mensajero de Al-lâh (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) y este se levantó, y dijo: es un judío, entonces él exclamó: “¡Acaso no es un alma (humana)!”[14]. Así pues, el Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) enseña a su Umma respetar a los no musulmanes incluso a sus muertos.

Y qué hermoso es terminar con la actitud del Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) hacia los judíos de Jaybar, la cual tuvo lugar después de que fueron derrotados y aceptaron reconciliarse con él (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él). Ya que se encontraban en condición inferior y los musulmanes estaban en una situación superior, y en dicha situación, los musulmanes podían perfectamente imponerse por la fuerza si hubieran querido, pero el Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) se comportó en dicha situación de otra manera; pues, Sahl Ibn Abî Hatma (que Al-lah Esté complacido con él) narró que un grupo de su gente se fue a Jaybar y se separó. Luego, encontraron a uno de ellos muerto, así que dijeron a quien estaba ahí: ‘Habéis matado a nuestro compañero’. Contestaron: ‘No hemos matado a nadie y no sabíamos que había un muerto’. Entonces se dirigieron al Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él), y le dijeron: ‘¡Oh Mensajero de Al-lah! Fuimos a Jaybar y encontramos a uno de los nuestros muerto. Por lo tanto, él exclamó: “¡Adelantad al mayor de vosotros y hacedle hablar a él!”. Después, les preguntó: “¿Tenéis una evidencia sobre quien lo mató?” Respondieron: ‘No tenemos evidencia alguna’. Preguntó entonces: “¿Y si ellos juraran?” Dijeron: ‘No aceptamos el juramento (creencia) de los judíos’. Acto seguido, el Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) muy diplomáticamente, mediando entre los dos, pagó cien camellos en caridad como Diya [compensación que se paga a la familia del muerto][15].

Esta matanza ocurrió en tierra de los judíos, y la probabilidad mayor es que quien lo mató fuera de ellos mismos. A pesar de eso, no había una evidencia sobre dicha suposición, por lo que es una duda y una conjetura, y esto no es válido en una alegación; por consiguiente, el Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) no castigó al judío de ninguna manera, sino que ofreció solamente que ellos juraran que no lo habían matado. No sólo eso, sino también el Mensajero (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) pagó el Diya a la familia del muerto, del dinero de la casa (tesorería) de los musulmanes; para calmar la ira de los Ansâr, y por lo tanto, calmar la situación y no provocar un nuevo enfrentamiento.

Así el Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) trataba con las minorías no musulmanas en Medina, de una manera basada en la justicia, la misericordia y la tolerancia.


[1] [Sura Yûnus (Jonás) 10: Aleya 99].

[2] [Sura Al-Baqara (La Vaca) 2: Aleya 256].

[3] Véase: Al Wâhidî An∙Naysâbûrî: Asbâb An∙Nuzûl, pág. 53 y As∙Suyûtî: Libâb  An∙Nuzûl, pág. 37.

[4] Ibn Hishâm: As∙sira An∙Nabawiyya 1/501, Ibn Sayyed An∙Nâs: ‘Uyûn Al Azar 1/260, As-Suhaylî: Ar-Rawdh Al Anif 3/174 e Ibn Kazîr: As∙sira An∙Nabawiyya 2/321.

[5] Indica la licitud de que el incrédulo venda, y afirma la posesión de lo que tiene en sus manos, y también que está permitido aceptar el regalo de él. Consulte: Ibn Haÿar Al ‘Asqalânî: Fath Al Bârî 4/410.

[6] [Al Bujârî (2618), (5382)] [Muslim (2056)].

[7] [Al Bujârî (1356)] [At∙Tirmidî (2247)] [Al Hâkim (1342)] [An∙Nasâ’î: Al Sunan Al Kubrâ (7500)].

[8] Es Asmâ’ hija de Abû Bakr As∙Siddîq. Estaba casada con Az∙Zubayr Ibn Al ‘Awwâm, y abrazó el Islam antiguamente en La Meca. Luego, emigró a Medina estando embarazada de ‘Abdul∙lâh Ibn Az∙Zubayr, y lo dio a luz en Qubbâ’. Falleció en La Meca en el mes de Ÿumâdâ Al Ulâ, en el año 73 después de la muerte de su hijo ‘Abdul∙lâh Ibn Az∙Zubayr en Yasîr. Véase: Ibn Al Azîr Asadul Ghâba (El león de la selva) 6/12 e Ibn Haÿar Al ‘Asqalânî: Al Isâba, traducción número (10791).

[9] Es Qutayla Bintu Sa‘d de la tribu de Banû ‘Âmir Ibn Lû’aî, esposa de Abû Bakr As∙Siddîq y madre de ‘Abdul∙lâh y Asmâ’. Ibn Al Azîr la mencionó entre las compañeras y dijo: “Retardó en abrazar el Islam”. Llegó a Medina siendo incrédula tras el pacto de Al Hudaybiyya. Consulte: Ibn Al Azîr Asadul Ghâba (El león de la selva) 6/242.

[10] [Al Bujârî (2620)] [Muslim (1003)].

[11] Qays Ibn Sa‘d Ibn ‘Ibâda: uno de los astutos árabes y gente de opinión y estratagema en las guerras. Era el noble de entre su gente, y con el Profeta (SAAAWS) tenía la posición del policía con el príncipe. El Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) le entregó la bandera el día de la conquista de La Meca, y murió con ella en el año 59 o 61 de la Hégira. Véase: Ibn Al Azîr Asadul Ghâba (El león de la selva)  6/272, Ibn Haÿar Al ‘Asqalânî: Al Isâba, traducción número (7176) y Ibn ‘Abdul Bar: Al Isti‘âb 3/350.

[12] Sahl Ibn Hunayf Ibn Wâheb: asistió a la batalla de Badr y todas las demás junto con el Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam), y se demostró el día de Uhud. ‘Alî (que Al-lâh Esté complacido con él) se enccargó de substituirlo cuando salió de Medina a Basora. También asistió con él a la batalla de Siffin y cargó contra Persia. Murió en Kufa en el año 88 de la Hégira. Consulte: Ibn Al Azîr Asadul Ghâba (El león de la selva)  2/335, Ibn Haÿar Al ‘Asqalânî: Al Isâba, traducción número (5323) y Ibn ‘Abdul Bar: Al Isti‘âb 2/223.

[13] De los habitantes de la tierra: es decir de Ahlul Dimma [Súbditos no musulmanes que viven en un país islámico], y se los llamó así porque cuando los musulmanes conquistaron los países, los llebaban a trabajar la tierra y les pagaban el tributo. Se dijo: significa el funeral de un incrédulo de la gente de aquella tierra. Consulte: Ibn Haÿar Al ‘Asqalânî: Fath Al Bârî 3/180 y An∙Nawawî: Al Minhâÿ Fî Sharh Sahîh Muslim Ibn Al Haÿÿâÿ 7/30.

[14] [Al Bujârî (1313)] [Muslim (961)].

[15] [Al Bujârî (6142)] [Muslim (1669)].

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