El retorno de Jesús (parte 1 de 5)
Tanto el Islam como la cristiandad esperan el retorno de Jesús al final de los tiempos, y ambos espera que ocurran pruebas y tribulaciones en ese tiempo. Muchos de los temas de estas pruebas son similares, pero ellas son también muy diferentes en detalle y definición. Ambas religiones esperan que la nación de creyentes sean los vencedores finales, pero el cristiano cree que estos están definidos como los creyentes en el Evangelio del Nuevo Testamento y en Cristo como “el Salvador” y “la Encarnación de Dios”; mientras que el musulmán sabe que ello se refiere a aquellos que creen en el monoteísmo puro, que implica la sumisión al Único y Verdadero Dios.
El retorno de Jesús es precedido en ambas religiones por signos, de nuevo similares en descripción general, pero sutilmente diferentes en detalle. Ambas religiones enseñan que el retorno de Jesús estará precedido por una grandiosa y poderosa figura de falsedad y tentación, llamada Masih Ad-Dayyal (El Falso Mesías) por los musulmanes, y el Anticristo por los cristianos. Antes de este evento, otros signos que concuerdan uno con el otro incluyen un incremento general en la inmoralidad y la fornicación, el asesinato y el crimen, la anarquía, el libertinaje y el alejamiento general de la religión y el verdadero conocimiento. Acompañando a estos signos de malestar civil habrá guerras fratricidas y desastres naturales, siguiendo uno al otro de cerca. Los detalles y tiempos de estos, sin embargo, son substancialmente diferentes, incluso dentro de creencias particulares. Cómo la fe cristiana reconoce la segunda venida depende de la visión doctrinal. Cuatro visiones generales son prominentes: Pre-milenialismo Dispensacionalista e Histórico, y Preterismo Post y A-milenialista
El Pre-milenialismo tiene dos ramas de interpretación. Ambas postulan que Jesús vendrá y luego, después de derrotar al Anti-Cristo, gobernará la tierra con los elegidos por 1.000 años antes que las almas malas sean resucitadas y Satanás sea liberado en el Anti-Cristo resucitado. Ellos difieren significativamente con relación a los eventos alrededor de la segunda venida.
Mientras ambas concuerdan en que esto ocurrirá durante un periodo de tribulación de 7 años cuando el Anticristo reine, una ubica el retorno de los judíos a Israel y la reconstrucción del templo durante este periodo de 7 años, mientras la otra sostiene que Jesús restablecerá a Jerusalén como su Capital, reconstruyendo el templo durante su reinado. La primera determina que los primeros elegidos de la Iglesia serán resucitados antes de que la tribulación comience, y luego escogidos para gobernar con el descendido Jesús; mientras que los judíos rectos serán resucitados junto con los héroes que se levantaron contra el Anti-Cristo y murieron al final de la tribulación, anunciando su reino de paz y abundancia. La segunda sostiene que el “rapto” de todos los elegidos, siendo estos todos los santos muertos de la cristiandad y los justos del judaísmo antes del advenimiento de Cristo, estarán en la segunda venida de Jesús, y de allí en adelante constituirán, con su descendencia, los ciudadanos merecedores del gobierno del milenio. Cuando Satanás sea finalmente liberado en el Anti-Cristo resucitado, una gran batalla será peleada con sus secuaces y Satanás, el falso profeta, será derrotado y arrojado al Infierno, conduciendo al fin del mundo. Aquí, otra vez, las dos ramas difieren. El historicista ve a Gog y Magog como las naciones que Satanás lidera en rebelión cuando él es liberado, mientras el Dispensacionalista, aunque está de acuerdo en que Satanás liderará un ejército de naciones engañadas, no ubica a Gog y Magog entre ellas.
Luego de la derrota de las fuerza del mal, las montañas se desmoronarán, la tierra se volverá una llanura plana y el Juicio será instituido sobre la gente de la tierra. Los verdaderos creyentes en Cristo serán recompensados con el Cielo y la eterna comunión con Dios, y los incrédulos y pecadores que no se arrepientan serán enviados al Infierno y la eterna separación de Dios.
Preterismo es el nombre general para el punto de vista encontrado en ambas visiones que se oponen al Pre-milenialismo. Este ve el retorno de Jesús como si ya hubiera sucedido en el momento de la destrucción del templo de Jerusalén, al menos en términos del juicio. Es decir, ellos ven a la gente como juzgada cuando mueren. Por lo tanto, este ve a la tierra misma como imperecedera; y que perfeccionar nuestra fe y la verdad acerca de Dios es una tarea que no tiene fin, la cual nos ha sido asignada por Dios. Entre los preteristas parciales, el momento de perfección es la segunda venida física de Jesús, quien entonces reinará para siempre sobre aquellos que hayan alcanzado la salvación.
El Post-milenialismo ve el reinado de 1.000 años de Jesús como más figurativo que literal, y que este ya ha comenzado. Jesús es literalmente el rey de la Tierra ahora, juzgando a los muertos a medida que ellos mueren, y la iglesia cristiana está en el proceso de perfeccionar la creencia en él y de derrotar a Satanás. Luego, Jesús retornará para vencer al Anticristo, anunciando el fin del mundo, y establecer a la Iglesia para gobernar con él.
El A-milenialismo también ve el reinado de 1.000 años como figurativo y ya establecido; pero, como el pre-milenialismo, este ve el Día del Juicio como el día de separar los buenos de los malos y consignarlos eternamente a sus respectivos destinos.
Estos puntos de vista con frecuencia se superponen, por lo que uno no está seguro dónde una doctrina termina y dónde comienza la otra. Ninguna de ellas, sin embargo, se ajusta a la visión islámica del reino de Jesús y su papel en la segunda venida.
El Islam ve el retorno de Jesús como la culminación de su vida y su misión, la cual dejó incompleta.[8] Como el verdadero Mesías, sólo él tiene el poder que le fue dado por Dios de vencer al falso Mesías al final de los tiempos. Su gobierno será testigo de la invasión del Gog y Magog, a quienes ni siquiera él será capaz de derrotar. En lugar de esto, él orará a Dios, Quien entonces los destruirá. El fin del Gog y Magog anunciará el comienzo de una hegemonía mundial en la cual todos creerán, o al menos se someterán, en su reino como representante de Dios. Él gobernará con la Ley de Dios como fue enseñada por Muhammad (es decir, con el Islam), que la paz y las bendiciones de Dios sean con él, hasta que muera a la edad de 70 ó 75 años. En este periodo de tiempo habrá abundancia para todos, y paz a lo ancho y largo del mundo. Entonces, algún tiempo después de que él muera y sea enterrado, los musulmanes serán atrapados por una brisa y llevados al Más Allá. La gente que quede en la tierra serán incrédulos, y sólo ellos serán testigos del capítulo final del mundo.
Muchos de estos eventos descritos en el Islam hacen eco del concepto del Mesías al final de los tiempos concebido en el Judaísmo, a pesar de que ellos creen que la Ley con la que él reinará será la Ley de Moisés, en lugar de la de Muhammad, la paz sea con ambos. Tanto el Islam como el Judaísmo ven a la venida del Mesías esencialmente para unir, reunir a los creyentes de los confines de la tierra. Ambos ven su gobierno como un regreso a los fundamentos de la fe y la Ley. Ambos ven su rol como el de un líder que luchará la guerra de Dios contra las fuerzas del mal, y que esta guerra será seguida por una hegemonía pacífica en la que la Ley de Dios prevalecerá en todo el mundo.
En donde ambos difieren es en a quién representa esta figura del final de los tiempos. Para los judíos, el Mesías necesariamente será un líder Judío que restablece a Israel y al templo y todos sus ritos en Jerusalén. Para los musulmanes, él representa la defensa del Islam puro, separando a los hipócritas de los verdaderos creyentes.
Las tres visiones del Mesías al final de los tiempos tienen algo en común. Sin embargo, en los cuatro siguientes artículos expondremos la imagen islámica del futuro, el cual es visto como algo muy cercano. Esta visión es muy clara y sujeta a una pequeña variación doctrinal, a diferencia de los puntos de vista tanto judío como cristiano. Es responsabilidad del lector trazar las similitudes aparentes y rechazar aquello que no refleja la verdad representada aquí.
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